Inicio de la temporada de frío y aumento del consumo
El mes de diciembre marca el comienzo real del clima invernal en la mayor parte del país. Las temperaturas descienden de forma constante y los hogares dependen cada vez más de la calefacción para mantener un ambiente confortable. Este aumento del uso energético provoca un impacto directo en los costes domésticos, especialmente en viviendas con sistemas de climatización antiguos o poco optimizados. En este contexto, la eficiencia energética se convierte en una prioridad para las familias que desean mantener el confort sin elevar en exceso su factura mensual.
El uso prolongado de los sistemas de calefacción hace necesario realizar un mantenimiento adecuado. Un dispositivo que funcione de manera incorrecta puede generar consumos más altos y calentar menos. Por ello, distintos organismos recomiendan revisar la instalación antes de que llegue el frío intenso. Esta práctica permite detectar fallos, mejorar el rendimiento y asegurar que el sistema opera dentro de los parámetros adecuados. Además, una atención preventiva suele resultar más económica que una reparación urgente durante los meses de mayor demanda.
La Organización de Consumidores y Usuarios ha publicado una guía con recomendaciones específicas para afrontar el invierno con mayor seguridad y eficiencia. El documento subraya la importancia de revisar los sistemas de calefacción, ajustar el termostato, establecer temperaturas adecuadas y mejorar el aislamiento de la vivienda. Estas acciones, según la entidad, pueden reducir de forma notable el gasto energético durante los meses más fríos, cuando el consumo puede llegar a representar hasta la mitad del coste energético total del hogar.
En este periodo también adquiere relevancia la incorporación de hábitos más eficientes. Pequeños gestos cotidianos pueden marcar una diferencia importante en el presupuesto mensual. La combinación de mantenimiento, ajustes técnicos y mejoras estructurales se sitúa como la estrategia más eficaz para garantizar el bienestar térmico sin comprometer la economía familiar. Las recomendaciones de la OCU pretenden guiar a la población en este proceso de preparación invernal.
¿Qué sistemas de calefacción requieren revisión antes del invierno?
La OCU destaca que cada tipo de calefacción tiene necesidades distintas. En el caso de los radiadores, es esencial comprobar que funcionan de manera uniforme. Cuando una parte queda fría, suele deberse a la acumulación de aire y requiere purga. Este procedimiento sencillo recupera el rendimiento y permite aprovechar todo el calor generado. La organización también recuerda que no deben cubrirse los radiadores, ya que esta práctica impide la correcta circulación del aire y obliga al sistema a trabajar con más intensidad.
Quienes tienen calderas individuales deben verificar la presión, que idealmente se mantiene entre 1 y 1,5 bares. Un valor incorrecto puede impedir el encendido. Ajustar la temperatura de funcionamiento también es clave, ya que evitar niveles demasiado altos ayuda a reducir el consumo. En cuanto al suelo radiante, se aconseja realizar limpiezas periódicas de los circuitos y mantener la temperatura del agua por debajo de los límites recomendados para prolongar la vida útil del sistema.
Las viviendas que emplean acumuladores eléctricos deben aprovechar las horas con tarifas más económicas. Ajustar la rueda de carga y descarga conforme a las necesidades del día permite un uso más racional de la energía. En el caso de las bombas de calor aire-aire, la limpieza de filtros y el mantenimiento de la unidad exterior resultan fundamentales. El correcto funcionamiento de estos equipos puede generar un ahorro significativo, especialmente cuando se usan modos como el eco
¿Cómo ajustar el termostato y qué temperatura es la más recomendable?
El termostato es una herramienta fundamental para controlar el consumo. La OCU recomienda comprobar que responde correctamente a los cambios programados y cambiar las pilas si es digital. El uso de termostatos inteligentes también puede facilitar el ajuste de las temperaturas y adaptarlas a las rutinas de la vivienda. Estos dispositivos permiten optimizar los encendidos y apagados, lo que reduce los picos de consumo.
La temperatura ideal durante el día es de 21 grados, un nivel suficiente para mantener la vivienda confortable sin excesos energéticos. Según la organización, este ajuste puede suponer un ahorro de hasta un 20%. Por la noche, reducirla a unos 16 grados mejora aún más la eficiencia y disminuye el gasto. La entidad recuerda que abrigarse ligeramente durante los momentos de menor actividad contribuye a mantener el bienestar sin necesidad de aumentar los grados del sistema.
El uso responsable del termostato también influye en la durabilidad de los equipos. Cambios bruscos de temperatura pueden someter a la instalación a esfuerzos innecesarios. Mantener una programación estable y ajustada a los horarios habituales de la vivienda facilita un funcionamiento más equilibrado y eficiente. Esta medida es una de las más recomendadas para controlar la factura energética durante el invierno.
¿Dónde mejorar el aislamiento y cómo influye en el ahorro energético?
El aislamiento es otro de los pilares para reducir el consumo en los meses fríos. Las puertas y ventanas son puntos críticos donde se producen fugas de aire caliente. Para evitarlo, la OCU recomienda instalar burletes y masillas que refuercen la estanqueidad. Estas pequeñas intervenciones suelen tener un coste reducido y un impacto notable en la conservación del calor interior. Una vivienda bien aislada necesita menos energía para mantener la temperatura.
Las carpinterías más eficientes representan una inversión mayor, pero su durabilidad y rendimiento compensan el gasto inicial. Este tipo de ventanas ayuda a mantener una temperatura más estable durante todo el año, lo que disminuye la dependencia de la calefacción y el aire acondicionado. Su instalación puede resultar especialmente beneficiosa en zonas con inviernos prolongados o muy fríos.
La decoración también influye en la sensación térmica del hogar. Elementos como alfombras, cortinas gruesas y tejidos oscuros ayudan a conservar el calor. Además, la presencia de estanterías o cuadros en paredes frías puede elevar la temperatura hasta en 1,5 grados, lo que mejora el confort sin necesidad de aumentar el uso de la calefacción. Estas medidas complementarias contribuyen a una estrategia más completa de ahorro energético.
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